Como una nueva modalidad de escritura caligráfica, ha surgido recientemente en las ciudades chinas esta suerte de escritura de caracteres conocida como ground calligraphy o también como water writing. En los alrededores del Templo del Cielo en Beijing o en el antiguo Palacio de Verano se ven personas, generalmente adultos mayores, sumergiendo sus pinceles en un cubo de agua y luego dibujando cuidadosamente los caracteres en simetría vertical sobre el piso de concreto. Algunos escriben poemas clásicos, otros componen los suyos, los espectadores observan admirados la técnica y los artistas se perfeccionan y aprovechan para socializar.
Los trazos se secan rápidamente dejando espacio a nuevos escritos, en un ejercicio constante y repetitivo que se emparenta con las prácticas del arte efímero, del cual, como bien lo sabemos, solo queda el registro de la cámara, La acción performática del calígrafo semeja un ejercicio aparentemente inútil que tiene mucho sentido en términos de la disciplina zen oriental: operaciones tautológicas que se valoran en la medida, no de sus resultados inmediatos, sino de la acción misma.
Nadie sabe cuándo o donde apareció esta modalidad, sin embargo desde hace unos diez años se ha vuelto usual en las grandes ciudades de país al menos en su carácter de actividad pública y de exhibición, ya que es conocido que la práctica de la escritura en agua fue usada desde tiempos remotos por los calígrafos como ejercicio solipsista de preparación para sus trabajos en tinta, como se recuerda en la escena del monje escribiendo con agua sobre las piedras en la hermosa cinta del coreano Kim Ki Duk “Las estaciones de la vida”. Guardo entre mis cosas el escrito –en papel de arroz, naturalmente-que me obsequió un calígrafo de agua en un breve encuentro que tuvimos frente al templo del cielo de Beijing mientras trataba de capturar con la cámara su admirable danza de escritura.
Carlos Augusto Buriticá
Profesor Artes Visuales
Universidad Tecnológica de Pereira
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